dijous, 13 de novembre del 2014

9N: La consulta "inútil" que canviarà Espanya


(Carta a la "Defensora del Lector de El País", 10.11.14)

Señora Galán.

No sé si recuerda nuestro intercambio de mensajes a raíz de un desafortunado, a mi juicio, titular de El País sobre Catalunya, del que por cierto no se ha hecho referencia en ninguno de sus artículos, ni en el periódico ni en su blog.

Ayer, 9 de noviembre, participé como voluntario en la consulta participativa que se celebró en Catalunya. Una multitud de personas de todas las edades y condiciones participó en mi colegio, con ilusión, civismo y, en muchos casos, con gran emotividad. Por cierto, hubo un número apreciable de votos SÍ-NO y NO, aunque mucho menor que de SÍ-SÍ, y le puedo asegurar que en las colas convivieron civilizadamente todas las personas, y se oyó hablar todas las lenguas, sin distinguir unos de otros.

Al haberme levantado muy temprano, pedí a mi mujer que me comprara los periódicos del día, entre ellos El País del domingo, como hago cada fin de semana. Después de un día intenso, festivo y solemne al mismo tiempo, llegue a casa cansado pero feliz. Y allí me encontré el titular destacado de El País: “Cataluña celebra un 9-N inútil para definir su encaje en España”. Dejando de lado la extrañeza por calificar de inútil algo que todavía no ha ocurrido y de lo que se desconocen tanto su dimensión como sus efectos, no sé si puede imaginarse la inmensa sensación de desprecio y humillación que un ciudadano catalán que hubiera participado en esta jornada puede llegar a sentir.

Parece que, definitivamente, El País se alinea con las tesis del PP y de todos aquellos que piensan que las únicas vías para resolver los problemas entre Catalunya y España son la jurídica y la penal. Ya sabíamos todos que la consulta no tenía efectos jurídicos, pero ¿cómo puede calificarse una movilización absolutamente libre y voluntaria de 2.300.000 personas, incluidas las que votaron NO, de “inútil”? ¿Cómo puede menospreciarse de esa manera el esfuerzo de mucha gente para acudir a expresar su deseo respecto a su país y el de más de 40.000 voluntarios abocados en hacer posible la libertad de expresión? ¿Es inútil políticamente un hecho de tales dimensiones, único hasta ahora en España y Europa? ¿O es que El País ya no cree tampoco en que las cuestiones políticas deben resolverse con política y democracia, y no con autoritarismo y amenazas?

Como le dije, mi decepción es muy profunda. Respeto que cada medio de comunicación tenga su línea editorial, pero creo que no es aceptable que la información, más aún los titulares de portada, sea tan tendenciosa i desinformadora, por no decir irrespetuosa o de ética dudosa, como lo es últimamente la de su periódico, especialmente con algunos asuntos sensibles. 

Atentamente, 

Àngel Domingo Villarreal