dilluns, 17 de novembre del 2014

Sobre columnas y (más) titulares


(El País, diumenge 16.11.14)

Los periodistas somos los paladines de la libertad de expresión, aunque en las redacciones se utiliza bien poco. Nuestra misión fundamental es informar, y eso excluye dar opiniones. Una prerrogativa de la dirección, a través de la línea editorial y, sobre todo, de los columnistas. EL PAÍS tiene un amplio plantel de articulistas que ejercen esa libertad con diferente intensidad crítica. Los hay que son flagelo constante del Gobierno, de los políticos, de la corrupción, del capitalismo salvaje, o la mala educación nacional, y que acumulan seguidores entusiastas. Pero no todas las críticas obtienen el aplauso de los lectores. Un artículo de opinión de Ignacio Vidal-Folch, publicado el 2 de noviembre en el suplemento Domingo, ha provocado varias quejas. En el texto, titulado TV3 fuerza la máquina,se criticaba con ironía la programación de la televisión autonómica catalana, en la que, decía el autor, “la brocha gorda del desprecio a cuanto suena español se alterna con pinceladas sutiles de chovinismo”. También se aludía a una aparición del cantante Lluís Llach en uno de sus programas.

Federico Jiménez Sánchez me ha remitido un mensaje indignado, especialmente, por el siguiente párrafo del artículo: “El convidat (El invitado) es un programa de mucho éxito. El locutor se presenta con una maleta en casa de un famoso catalán, y pasa con él 24 horas. Esta vez con Lluís Llach, que vive en Senegal parte del año. Los senegaleses, dice Llach, tienen otro sentido del tiempo, de la amistad, etcétera. Tenemos mucho que aprender de ellos. Al fondo se ve a un empleado suyo: un negro de musculoso torso a la orillita de la mar, cepillando un bonito caballo; pero tranquilos, que está casado y tiene hijos. ¡No hay turismo sexual, ni colonialismo, malpensados!”.

Este lector se pregunta: “¿De verdad no hay límites éticos de ningún tipo respecto de lo que el señor Ignacio Vidal-Folch puede escribir en EL PAÍS?”.

La mención a Llach ha molestado también a Francisco Javier Picazo Jover, lector de este diario, “desde hace 25 años”, que se queja además de la, a su juicio, uniformidad de opiniones que ofrece este diario sobre la situación en Cataluña. Respecto al artículo sobre TV3, considera que el autor “no debería utilizar esa ironía para solventar cuentas pendientes con personas que no tenían nada que ver con el tema del artículo, como es el caso de Lluís Llach, del cual hace una referencia absolutamente impresentable e injuriosa”.

Mi misión no es juzgar a los columnistas. No obstante, he enviado estos correos a Vidal-Folch. Esta es su respuesta: “En mi artículo TV3 fuerza la máquina he proporcionado a los lectores de EL PAÍS una información veraz y llena de datos indiscutibles sobre un fenómeno desconocido para quienes no viven en Cataluña y que contribuye en buena medida al auge del separatismo: la naturaleza y deriva de TV3. Que algunos se sientan agredidos me es indiferente. Hay que contar las cosas como son, y no como a algunos les gustaría que se contasen”.

Otro lector, Olivier de Mena, protesta por el artículo de Vidal-Folch, pese a coincidir con él en que la propaganda que realiza TV3 “es real y bastante desagradable”. Su tesis es que todos los medios —incluye al Grupo PRISA, que edita EL PAÍS— hacen lo propio. Y acusa a otras cadenas de televisión de hacer propaganda anticatalana sistemáticamente.

EL PAÍS ha publicado decenas de artículos críticos con las televisiones públicas. A título de ejemplo, quiero reproducir una frase de una columna sobre Telemadrid escrita por un redactor de esta casa, Javier Martín, en noviembre de 2011. Bajo el título Telemadrid, ¡qué zafia eres!, decía: “No es necesario ir a programas más personales y sectarios, como el vespertino Alto y claro, para encontrar tal grado de sectarismo absoluto, incluso absurdo. Sin tregua, desde el amanecer y en los mismos titulares. Ninguna otra televisión autonómica, gobiernen en sus territorios PP, PSOE, CiU o Coalición Canaria, se acerca a esa bazofia informativa”.

Hace dos semanas dediqué mi artículo a las reacciones que provocó un titular poco afortunado sobre el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Hoy, es otro titular, Cataluña celebra un 9-N inútil para definir su encaje en España, que dominaba la portada de EL PAÍS el domingo 9 de noviembre, el que ha destapado la caja de los truenos.

Varios lectores me han escrito para expresar su desacuerdo y su disgusto por el uso del adjetivo “inútil”. Marta Albiñana Domingo, exalumna del máster de EL PAÍS, donde, cuenta, trabajó un par de años, escribe: “Se supone que es un titular informativo, por tanto, no cabe la interpretación o la opinión en él (al menos así me lo enseñaron sus compañeros que me dieron clase en el máster). De este modo, el adjetivo ‘inútil’ sobra”.

Otro lector, Pere Ros Rebulà, muy molesto con diversos títulos y subtítulos de este diario referidos a temas catalanes, por considerarlos “tendenciosos y carentes de rigor”, se queja también del publicado el domingo 9 de noviembre. “A mi entender, la calificación de ‘inútil’ implica un juicio de intención que, si bien en un ensayo empírico podría ser tenido en cuenta, en una situación política deja mucho que desear”. Este lector subraya además que el término “inútil” es “peyorativo”.

Muy crítico es también Manel Risques Corbella, suscriptor de este diario. “Todos sabemos que la votación del 9-N no tiene ninguna validez jurídica (no se necesitan muchas luces para establecer tal aserto), pero que tiene un profundo contenido político que es necesario analizar y explicar. Verbos que, en las noticias, no pueden mezclarse con opinar”.

Ángel Domingo, que participó como voluntario en la organización de la consulta, me escribe: “Dejando de lado la extrañeza por calificar de inútil algo que todavía no ha ocurrido y de lo que se desconocen tanto su dimensión como sus efectos, no sé si puede imaginarse la inmensa sensación de desprecio y humillación que un ciudadano catalán que hubiera participado en esta jornada puede llegar a sentir” al leerlo. Esteban Garriga Gorina se pregunta respecto de la palabra “inútil”: “¿Es este el mejor calificativo que un periódico de su entidad ha encontrado para definir la jornada de hoy [9 de noviembre]?”.

He trasladado estas quejas al director adjunto de EL PAÍS, David Alandete, que señala: “No hay valoración u opinión en el titular. Ni desde luego se juzga el comportamiento de quienes acudieron a votar. Se dice en él que Cataluña celebra un 9-N inútil para definir su encaje en España. La definición de “inútil” no es otra que “no útil”. Dada la impugnación del Tribunal Constitucional y los cambios efectuados por el Gobierno de la Generalitat, la votación del domingo en Cataluña no fue útil para “definir su encaje en España”, porque no era vinculante ni tenía efecto jurídico alguno. Quizá pudo ser útil para otras cosas, pero desde luego no “para definir el encaje de Cataluña en España”. La prueba es que, posteriormente, el presidente Artur Mas pidió que ahora se acometa el referéndum de verdad, el válido, en suma, el útil”.

Yo no veo, como denuncia uno de los lectores, voluntad de “humillar” o “despreciar” a nadie en el titular, pero sí me parece erróneo. Al afirmar que “el 9-N es inútil para definir el encaje de Cataluña en España”, saca una conclusión que no está en el texto, donde solo se dice que la consulta carece de garantías y validez legal. La palabra “inútil” no figura en él por ninguna parte. El Libro de Estilo especifica claramente que los titulares, en los casos de noticias y crónicas, “jamás establecen conclusiones que no figuren en el texto”.

Lola Galán
Defensora del Lector

dijous, 13 de novembre del 2014

9N: La consulta "inútil" que canviarà Espanya


(Carta a la "Defensora del Lector de El País", 10.11.14)

Señora Galán.

No sé si recuerda nuestro intercambio de mensajes a raíz de un desafortunado, a mi juicio, titular de El País sobre Catalunya, del que por cierto no se ha hecho referencia en ninguno de sus artículos, ni en el periódico ni en su blog.

Ayer, 9 de noviembre, participé como voluntario en la consulta participativa que se celebró en Catalunya. Una multitud de personas de todas las edades y condiciones participó en mi colegio, con ilusión, civismo y, en muchos casos, con gran emotividad. Por cierto, hubo un número apreciable de votos SÍ-NO y NO, aunque mucho menor que de SÍ-SÍ, y le puedo asegurar que en las colas convivieron civilizadamente todas las personas, y se oyó hablar todas las lenguas, sin distinguir unos de otros.

Al haberme levantado muy temprano, pedí a mi mujer que me comprara los periódicos del día, entre ellos El País del domingo, como hago cada fin de semana. Después de un día intenso, festivo y solemne al mismo tiempo, llegue a casa cansado pero feliz. Y allí me encontré el titular destacado de El País: “Cataluña celebra un 9-N inútil para definir su encaje en España”. Dejando de lado la extrañeza por calificar de inútil algo que todavía no ha ocurrido y de lo que se desconocen tanto su dimensión como sus efectos, no sé si puede imaginarse la inmensa sensación de desprecio y humillación que un ciudadano catalán que hubiera participado en esta jornada puede llegar a sentir.

Parece que, definitivamente, El País se alinea con las tesis del PP y de todos aquellos que piensan que las únicas vías para resolver los problemas entre Catalunya y España son la jurídica y la penal. Ya sabíamos todos que la consulta no tenía efectos jurídicos, pero ¿cómo puede calificarse una movilización absolutamente libre y voluntaria de 2.300.000 personas, incluidas las que votaron NO, de “inútil”? ¿Cómo puede menospreciarse de esa manera el esfuerzo de mucha gente para acudir a expresar su deseo respecto a su país y el de más de 40.000 voluntarios abocados en hacer posible la libertad de expresión? ¿Es inútil políticamente un hecho de tales dimensiones, único hasta ahora en España y Europa? ¿O es que El País ya no cree tampoco en que las cuestiones políticas deben resolverse con política y democracia, y no con autoritarismo y amenazas?

Como le dije, mi decepción es muy profunda. Respeto que cada medio de comunicación tenga su línea editorial, pero creo que no es aceptable que la información, más aún los titulares de portada, sea tan tendenciosa i desinformadora, por no decir irrespetuosa o de ética dudosa, como lo es últimamente la de su periódico, especialmente con algunos asuntos sensibles. 

Atentamente, 

Àngel Domingo Villarreal

dimarts, 11 de novembre del 2014

Respostes de la "Defensora del Lector de El País"


(Resposta de la "Defensora del Lector de El País", 27.10.14)

Estimado señor Domingo:

Gracias por su carta, respetuosa, educada y muy detallada. Lamento decirle, sin embargo, que no cita usted ningún contenido concreto de este periódico donde se sugiera que los funcionarios de Cataluña han sido manipulados. El tema de los funcionarios que van a participar voluntariamente en la organización de la nueva consulta auspiciada por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, se trató, efectivamente, en el diario del sábado 25 de octubre. No había, sin embargo, en dicha información ninguna afirmación ni sugerencia de que dichos funcionarios hubieran sido manipulados. Al revés, creo que quedaba claro que actuaban libre y voluntariamente. Tampoco se consideraba que el resto de los funcionarios susceptibles de participar en la organización de dicha consulta (7.000 voluntarios no serán suficientes) hubieran sido objeto de manipulación alguna. Obviamente, en tanto que funcionario estatal, tendrá usted unas obligaciones y unas lealtades profesionales que no son idénticas a las de los no funcionarios. Ahora bien, fuera de esas funciones profesionales estimo que es usted un ciudadano con las mismas libertades que yo para tener opinión propia y capacidad decisoria. Nada de eso le niega este diario.
Atentamente

Lola Galán
Defensora del Lector
defensora@elpais.es

(contraresposta meva, 28.10.14)

Señora Galán:

En primer lugar, le quiero agradecer su respuesta. Es cierto que no cité ningún contenido concreto del periódico en mi carta, de brevedad obligada puesto que en primera instancia la envié a su director, aunque posteriormente consideré que, por el tema y por cómo me afectaba, también era susceptible de ser acogida por la defensora del lector.

Como usted misma sugiere, mi carta fue motivada por el artículo titulado “Mas pone a 7.000 funcionarios al borde de la ilegalidad con la consulta”, publicado el sábado 25 en El País, en la línea de otros publicados también por los mismos días. Estoy de acuerdo en parte de su argumentación, pero si nos atenemos al titular del artículo, sin entrar en otros detalles de su contenido, creo que no responde a lo que el titular realmente puede sugerir a quien lo lea. Permítame que se lo explique brevemente en tres puntos:

1. El titular dice claramente que alguien “pone” a los funcionarios en situación ilegal. Se sugiere que los funcionarios actúan contra su voluntad, que son obligados o teledirigidos, no que actúen libre y voluntariamente como ciudadanos, no como funcionarios. Además, se induce temor entre estos ciudadanos, sean funcionarios o no.

2. Ese alguien es “Mas”. Se sugiere, como ya se ha hecho muchas veces, que todo el proceso está dirigido por un líder omnipotente que mueve todos los hilos y personas. Esto es desconocer totalmente lo que ocurre en Cataluña y la transversalidad del proceso, que va mucho más allá de Mas y Convergencia.

3. El titular induce a considerar la consulta como un proceso ilegal, por delante incluso de las actuaciones del gobierno central o de los tribunales.

Lo más grave de todo es que el titular no recoge declaraciones que puedan haber realizado políticos u opinadores, sino que transmite una información del redactor de su periódico. Siendo yo uno de esos 7.000 funcionarios, que ha decidido participar libre y voluntariamente en el proceso como ciudadano, no como funcionario, le reitero que me ofende cuando se dice que alguien decide por mí o que soy teledirigido para actuar incluso contra mi propia voluntad.

Me permito sugerirle un titular diferente para la misma información: “En 10 días casi 40.000 voluntarios, algunos de los cuales son funcionarios, se ofrecen en el proceso participativo que el gobierno del Estado y algunos partidos quieren impedir considerando que podría ser ilegal”. Ya sé que como titular no es muy afortunado, por extenso y seguramente mal redactado, pero creo que responde más a la realidad, sin ser tendencioso como el que se publicó el 25 de octubre.

Llegados a este punto, y abusando de su tiempo y de la oportunidad que me ofrece, déjeme que le haga llegar una segunda reflexión al hilo de la parte final de mi carta. Más allá de la cuestión del titular o de la manera de transmitir determinadas informaciones, quizás lo que más me afecta personalmente (y me atrevo a decir que también a muchos catalanes) es una sensación de injusticia al ser tratados por los medios de comunicación españoles. Como ciudadano con criterio propio, cuando decido expresar y actuar libremente en apoyo de un proceso para modificar el estatus futuro de Cataluña soy considerado automáticamente sospechoso de ilegalidad, de radicalismo, de partidismo o, incluso, de voluntad débil por dejarme dirigir por terceros. Y debo justificarme constantemente y explicarme, ante quien quiere escucharme. El trato con el resto de españoles contrarios al proceso catalán, no es el mismo; quien quiera que exprese su opinión sobre la unidad de España, el futuro de Cataluña y la (im)posibilidad de que los catalanes decidan no tiene que ofrecer más explicaciones ni argumentos más allá de su condición de ciudadano español. Sé que esto entra en el terreno de las emociones y de los sentimientos personales, mucho más difuso que el análisis de los titulares periodísticos, pero pienso, humildemente, que muchos catalanes nos sentimos a veces ciudadanos de segunda categoría en España por razones como estas.

Lamentablemente, nos han hurtado la posibilidad de debatir democráticamente sobre estas y otras cuestiones, y de conocer de forma transparente lo que piensan todos los ciudadanos de Cataluña, sean de la opción política que sean. Los espacios de debate transversal se van reduciendo cada vez más, suerte que aún nos quedan algunos como este que El País nos ofrece.

Le doy las gracias de nuevo por su amable respuesta. Atentamente,

Àngel Domingo Villarreal


(Resposta de la "Defensora del Lector de El País", 28.10.14)

Estimado señor Domingo:

Estoy de acuerdo con usted en que falta un debate en profundidad para entender que es lo que está ocurriendo en Cataluña y por qué muchos catalanes, no pocos de los cuales nacieron en otros lugares de España, se sientan tan alejados de este país y desean separarse de él. Pero voy a intentar responder punto por punto a sus objeciones relativas a las noticia "Mas pone a 7.000 funcionarios al borde de la ilegalidad".
El título corresponde fielmente a la entradilla del texto, pero no es un texto que recoja puntualmente una declaración del presidente Mas o una decisión del jefe del Govern, sin más. El periodista ha creado en cierto modo la noticia al preguntar a dos catedráticos de Derecho Constitucional por las implicaciones de la petición de Mas a los funcionarios para que intervengan en la organización de la consulta prevista para el 9-N. Son estos expertos los que señalan que atender la petición de Mas coloca a estos servidores del Estado al borde de la ilegalidad.
La decisión, en mi opinión, es del presidente Mas. Podría decirse también de la Generalitat, pero lo cierto es que usamos también indistintamente para referirnos al Gobierno español, la Moncloa, o directamente, "Rajoy". Naturalmente, el señor Mas y su partido se encuentran en una delicada situación política. Muchas de las decisiones que toma son fruto de la necesidad de mantener los equilibrios políticos, y de la presión de organizaciones como la ANC que se han movilizado para que los catalanes puedan celebrar un referéndum que, hoy por hoy, no autoriza la Constitución española. Pero el señor Mas decide al fin y al cabo.
En segundo lugar.- No es que el señor Mas les manipule a ustedes, funcionarios del Estado en Cataluña, puesto que la opción de participar en la organización de la consulta es libre. Usted mismo me dice que se ha ofrecido voluntario. Ahora bien, lo que les pide está en la frontera de la ilegalidad, eso es lo que dicen los mencionados expertos. El título que usted propone para la noticia no sólo es demasiado largo, es que no se corresponde con lo que el redactor nos cuenta en la aludida 'Mas pone..." Porque al redactor no le interesan esos 40.000 voluntarios, sino los 7.000 que son funcionarios, y sobre los que pesa, por lo tanto, ese riesgo de incurrir en ilegalidad.
La consulta no es ilegal, pero es una especie de sucedáneo de la que sí ha sido suspendida por el Tribunal Constitucional, con todas las implicaciones que esto tiene.
Sinceramente yo no tengo la sensación desde Madrid de que los catalanes sean visto como ciudadanos de segunda en España. Muy al contrario. Soy aficionada al teatro y le aseguro que en los principales teatros de Madrid hay día sí y día también autores catalanes, compañías (excelentes) catalanas, directores catalanes...Acogidos con fervor por el público muchas veces. El principal crítico teatral de EL PAÍS, Marcos Ordoñez, vive en Barcelona y se ocupa más de la actualidad teatral de su ciudad que de la madrileña. Las editoriales españolas están ubicadas en Cataluña en su mayoría, y los redactores de Cultura van y vienen a la capital catalana continuamente, por razones profesionales.
Otra cosa es que el conjunto de los españoles no llegue a entender el por qué de la situación actual. El por qué del enfrentamiento institucional entre Cataluña y España, y en eso tengo que darle la razón, puede haber influido la falta de diálogo y de debate sincero sobre el tema.
Muchas gracias por su amabilidad,
Un cordial saludo

Lola Galán
Defensora del Lector
defensora@elpais.es

dissabte, 25 d’octubre del 2014

Carta de un funcionario catalán

Carta de un funcionario catalán
(a el director de El País, 25.10.14)
Soy funcionario de un cuerpo estatal y trabajo en la Generalitat. Creo que cumplo con mis obligaciones, al servicio de todos los ciudadanos y bajo el mandato de mis superiores y de la ley. No milito en ningún partido, pero pertenezco a asociaciones con finalidades muy diversas y procuro participar en la vida civil siempre que puedo. Tengo opinión y criterio propios que puedo razonar, argumentar y debatir e, incluso, modificar cuando se me convence también con razones y con argumentos. Tengo más de una titulación superior, un nivel cultural medio o alto y me considero bien informado. He votado en todas las elecciones y referéndums a los que he sido convocado.
Por todo ello, me molesta profundamente y me ofende que se diga o sugiera, cómo hace El País, diario del que he sido lector habitual durante décadas, que estoy manipulado y que soy utilizado por otros cuando decido, libre y voluntariamente, participar en un acto de libertad de expresión el 9N, libertad que se nos ha negado  repetidamente por cualquier otra vía (a mí y a todos los ciudadanos que viven en Cataluña, sea cual sea su opción política) desde el gobierno del Estado.
Exijo respeto a mi voluntad y a mi criterio, al menos el mismo que se otorga sin discusión al resto de españoles cuando se les reconoce un supuesto derecho a imponer sus decisiones sobre Cataluña, aunque no residan en Cataluña, y por encima de lo que puedan pensar los propios catalanes.
Àngel Domingo Villarreal

Article de El País (25.10.14):
"Mas pone a 7.000 funcionarios al borde de la ilegalidad con la consulta"



diumenge, 15 de desembre del 2013

PISA 1: L’analfabetisme científic. 1 problema i 2 hipòtesis.


Amb tot el rebombori sobre la Consulta, gairebé ens oblidem de fer bullir l’olla amb les interpretacions i opinions per a tots els gustos sobre el resultats de l’estudi PISA 2012, un dels esports que més ens agrada, sobretot a aquells que no treballen directament a les aules.

Més enllà dels mediocres resultats en Matemàtiques i en Comprensió lectora (no tant mediocres), el més preocupant, al meu entendre, és el baix nivell en coneixements científics. Tanmateix, no ens hauria de sorprendre aquest baix nivell en una societat com la nostra, que sempre ha considerat la ciència una activitat de segon nivell, per sota de la “Cultura Humanística” (com si la ciència no fos Cultura, i encara més Humanística) tot i omplir-se la boca de tant en tant amb la importància de la recerca científica, de la qual només ens recordem quan cerquem salvavides per surar en les tèrboles aigües de la crisi.
Es veia venir, aquest daltabaix. I m’atreveixo a apuntar dues hipòtesis sobre possibles causes del descens dels coneixements científics entre els nostres alumnes en els últims anys:

1)      La desaparició dels especialistes de ciències en l’educació primària.

En el pas de l’EGB a l’educació primària que es va produir amb la LOGSE, una de les conseqüències més rellevants va ser la transformació de les especialitats dels mestres d’educació primària. Van desaparèixer les especialitats anteriors (Llengua, Socials i Matemàtiques), en van aparèixer de noves (per exemple, Educació Física i Anglès) i, entre elles, la del mestre generalista d’educació primària que, a partir d’aquell moment, es va encarregar de la llengua, les matemàtiques, el coneixement del medi, etc. La concepció de les àrees d’educació primària i un perfil de docent més centrat en l’alumne i en els seus aprenentatges d’una forma global justificaven, jo crec que encertadament, aquesta posició. Tanmateix, amb el canvi es va anar perdent la figura del mestre apassionat per les ciències i el medi natural, que procurava encomanar la seva curiositat als alumnes i que amb l’ajut d’alguns programes, recursos i formadors (com el programa Ciència 6-12, que algun dia haurem de reivindicar) transmetien un veritable coneixement científic. Si la figura del mestre generalista semblava justificada, potser no es va fer prou per garantir que la formació científica dels nous mestres i el currículum científic escolar fos equilibrat davant d’altres àrees, com la llengua o les matemàtiques, i ara en veiem els resultats.

2)      La fragmentació de les ciències en l’ESO.

Amb la LOGSE es va fer un gran pas endavant en l’ensenyament de les ciències a la secundària obligatòria en proposar una única àrea que integrava totes les ciències de la naturalesa, enfocament que permetia un ensenyament més globalitzat o l’aprenentatge basat en problemes, molt més propers a la realitat que els enfocament disciplinaris. Les Ciències de la Naturalesa podien ser impartides per Biòlegs, Geòlegs, Físics i Químics, que podien interrelacionar les diferents matèries en l’ensenyament integrat de la ciència. Tot i així, enlloc de crear una especialitat de professorat per impartir ciències, va ser l’única àrea d’ESO assignada a dues especialitats diferents (Biologia i Geologia i Física i Química). Més endavant es va permetre que els cursos s’organitzessin per blocs de forma disciplinària i fins i tot es va permetre que a 3r d’ESO pogués ser impartida per 2 professors diferents (com si un físic fos incapaç d’explicar el fenòmens geològics, o a l’inrevés). Finalment, la LOE va introduir les optatives de 4t d’ESO absolutament especialitzades. Hem passat a una fragmentació disciplinària que dóna prioritat als conceptes i teories propis de cada especialitat, deixant en segon terme l’alumne i la seva realitat i la possibilitat d’estudiar la ciència de forma global i significativa, just allò que PISA avalua. I així ens va.

diumenge, 12 de maig del 2013

La generositat civil de l'Escola pública

L'impacte de la lectura d'un llibre m'ha fet retornar al blog. No em resisteixo a reproduir un paràgraf (dels molts que en podria copiar):

"Quan tornava cap a casa encara pensava en les classes. L'escola pública tenia una generositat civil, la gratuïtat que permetia que un com jo estudiés. Havia crescut allà dins i no m'adonava de l'esforç d'una societat per posar en pràctica el deure. La instrucció ens donava importància als pobres. Els rics s'haurien instruït de totes maneres. L'escola donava pes als que no en tenien, feia igualtat. No abolia la misèria, però entre les seves parets feia possible els iguals. La desigualtat començava a fora."

Erri De Luca: "El dia abans de la felicitat"

dilluns, 24 d’octubre del 2011

Els professors, perdonen, castiguen o avaluen?

Davant de l’anunci de la Conselleria d’Ensenyament de que “endurirà” les condicions de l’avaluació a l’ESO i al batxillerat, un diari diu que “Ensenyament limita a dues les assignatures suspeses que es podran perdonar”.

Jo pensava que l’avaluació consistia en prendre decisions informades després de valoracions i judicis rigorosos, però es veu que a les escoles i instituts, els professors fan d’éssers superiors i perdonen, o castiguen, segons els dicti la seva consciència, o el seu estat d’ànim.

L’avaluació és un procés molt complex, i l’avaluació educativa potser més que cap altra. Els que coneixen com es fa una junta d’avaluació seriosa, saben que els professors han de compartir i valorar molta i diversa informació, amb la que cal decidir, de forma col·legiada, si un alumne ha assolit una determinada maduresa o no, què és el que més li convé, si tornar a fer el mateix curs, reforçant els seus punts febles (“repetir” és una altra cosa), o si és millor que passi de curs amb algunes mancances, que també caldrà compensar d’alguna manera, etc.

Amb la idea “bíblica” que els suspesos es poden “perdonar” (i els aprovats “castigar”?) i el concepte “bancari” de l’avaluació que els cursos es passen, o no, si el nombre d’assignatures suspeses és menor o igual a X (i qui decideix quin ha de ser aquest nombre? Per què dues i no una o tres? Això ens porta a un debat ridícul), simplifiquem fins al límit processos globals i complexos com són l’educació, l’aprenentatge o l’avaluació.

Cal millorar i avançar en l’avaluació educativa, però no només per aquest camí.

(Un altre dia parlarem de l'esforç i dels exàmens de setembre.)